miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Y si...?

¿Y si... llega un momento en la vida en el que no puedes dar más de ti misma?

¿Y si... la gente se equivoca? ¿Y si... realmente no valgo nada?

Voy a todas las clases, entonces... ¿por qué no me acuerdo? ¿De dónde ha salido esto? ¿Qué es lo que tendría que haber hecho? ¿Qué he hecho mal? ¿Un cuatro...?

Vaya, la representación de que mi trabajo no ha servido de nada. Cuánto tiempo desperdiciado cuando parece que por mucho esfuerzo que te cueste no va a servir. Cuántas lágrimas, cuántos dolores de cabeza después, ¿para qué? Para nada.

Lo peor es no saber qué se ha hecho mal. Si es por falta de esfuerzo, es mi culpa, lo asumo bien, me esforzaré más la próxima vez. Cuando sabes que no puedes dar más de ti y aún así no es suficiente... Ahí es cuando dan ganas de . De. "De", simplemente.

¿Y qué otra alternativa hay? Ninguna.

Cuando todos tienen asumido desde que tenías seis años que sacas buenas notas, y ahora que ya no.... qué decepción en sus caras. Las expectativas están tan altas... y yo he dejado de crecer, en todos los sentidos. No alcanzo, me estiro, hay momentos en los que las rozo con la punta de los dedos y entonces... tropiezo y caigo. Y cuesta volver a levantarse. Mucho.

Las expectativas puestas en mí me aplastan y ahora mismo lo único que deseo es sentirme libre.

Cuando grito que no valgo nada sólo quiero que el eco me responda que no es verdad. ¿Es tanto pedir? ¿No es lo normal?

Y querer llorar con lágrimas descalzas. Descalzas porque me siento vulnerable. Descalzas porque porque por donde pasan, hay dolor. Descalzas porque, aunque todo el mundo se empeñe en que estoy fingiendo, en que lloro por hacer teatro, no pueden ser más sinceras. Ya, a mí también me gustaría creer que son de mentira, que sólo finjo para que se porten mejor conmigo.

Y qué absolutamente penoso es estar escribiendo esto aquí. Supongo que eso pensaría cualquiera. Sinceramente, ni tengo ni idea de cuál debe ser la finalidad de este blog, ni intentaré comprenderlo.

De sentimientos va la cosa, ¿no? Pues sintamos. Aunque asuste.

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